Esperaba tener el tiempo suficiente para poder escribir de nuevo. Mis ocupaciones laborales y mis ocupaciones ‘ociosas’ (quedar con amigos, comuniones y demás), obligaron a hacer una parada y fonda, hasta tanto no cogía de nuevo aire para continuar con lo de todos los días. Y no, no he tenido recaídas por lo del cáncer. Nada más lejos. Y sí, la última entrada que os dejé, podía dar lugar a malas interpretaciones. Quise referirme a que ambas, Luz Casal y yo, y otros muchos,  seguimos enfrentándonos a esta enfermedad, y aunque, en mi caso, en la primera revisión, no ha habido  novedad en el frente , (según mi oncólogo),  siempre hay que estar en guardia. Por eso, a pesar de estar supuestamente ‘bien’, todos los que hemos pasado por esta amarga experiencia, quedamos ‘tocados’  cuando conocemos un nuevo caso o una recaída.

Después de esta charla, comentaros, que mi incorporación al trabajo se produjo a primeros del mes pasado, 15 días después de mi última sesión de radioterapia. Y, ya sabéis como va esto: el periodismo es así: estrés, prisas, pero después de seis meses, y a pesar de algunos ‘sabios’ consejos recomendándome que siguiera de baja, (para qué trabajar, decían), decidí continuar con mi habitual rutina…pero qué bendita rutina, la prefiero mil veces. Siento que tengo que seguir con mi vida como siempre, sin que el cáncer tenga más hueco en mi vida que el justito y necesario (o sea, nada).

Pero, también sé que tengo que participar de la vida como nunca antes. El trabajo no lo es todo. Mis amigos, viajes y mis películas forman parte también de mi vida, y en ese ejercicio de contrición o de sumo arrepentimiento  (la enfermedad se ha convertido en la mejor sesión con psiquiatra incluído, que podría haber tenido), le he guiñado un ojo a Epicuro y me he dicho: este es mi hombre!.

Solo se vive una vez

29 abril 2010

 

Por fín terminé con el tratamiento médico!. Uf, ya era hora. Contaba los días y minutos para poder liberarme de esta pesada carga. El cáncer debe pasar página. Cuando me radiaron por última vez, el jueves pasado, me dije: ahora hay que empezar de nuevo con la rutina…bendita rutina. Ese mismo día, la ‘tostadora’ era sometida a su habitual mantenimiento, así que la sesión me la dieron por la mañana, horas antes de la cita habitual (a las 15, 45 para ser más exacta).

De todas formas, casi ni me he enterado, solo un ligero enrojecimiento de la zona tratada pero casi imperceptible. Curiosamente, antes de la tercera sesión, mi pecho y parte del cuello parecían haber sucumbido a una reacción alérgica. Falsa alarma, era sólo sofoco producido por la ansiedad. Esas primeras sesiones, el calor que notaba, parecía cómo si me fuera a estallar la cabeza, pero, conforme iban pasando los días, la sensación remitió casi por arte de magia.

Hoy, me he encontrado a mi vecina del  Segundo A, ella pasó por una leucemia hace siete años, y cada vez que nos vemos, las dos nos preguntamos cómo estamos. Hoy, le he respondido con la frase esperada: –Ya he terminado. –No ves, lo sabía. Tú te has curado…

No cantemos victoria, aún quedan revisiones, la primera en junio, inyecciones y la famosa pastillita. Y este blog, que aún tiene cuerda para rato. La semana que viene, para más señas, de nuevo a currar. Qué se creían! Por cierto, agradezco a todos y a todas, familiares, amigos y lectores anónimos que sigan estando aquí, conmigo. Yo haré lo mismo.